Cardo mariano
- Horacio Mesón

- 7 feb 2023
- 6 Min. de lectura
Actualizado: 23 feb 2023
Serie: Mi botiquín (1)

Sucedió hace poco más de un mes a principios de diciembre de 2021, estaba en mí lugar de trabajo atendiendo al público como lo hago habitualmente. Un local comercial de una empresa de químicos industriales, los tres que estamos detrás del mostrador somos vendedores y asesores de los productos que comercializamos. Me encontraba ingresando al local por una puerta interna, veo que se retira un cliente despidiéndose con su mirada por encima del barbijo, fueron instantes...
Una persona un poco más alta que yo de un metro noventa aproximadamente, creí reconocerla pero no, me costaba recordar quien era. Simultáneamente al “escaneo” sin éxito veo el color de su piel, su falta de vitalidad, su demacrada imagen, y sus ojos un capítulo aparte. La opacidad de sus lóbulos con múltiples derrames, sin brillo y que dejaban al desnudo todo su dolor y sufrimiento. En ese mismo momento comprendí que esa persona estaba muy enferma y que por su coloración y aparente ictericia alguno de sus “filtros” no estaba funcionando bien. Mi intuición apuntó al hígado que es mucho más que un filtro.
Cuando se fue, uno de mis compañeros me preguntó si lo había reconocido y le conteste que no, le pregunté quién era. Me respondió que era Cerro, me transmitió en pocas palabras sobre su pérdida de peso (cuarenta kilos) y que se encontraba en un listado a la espera de un trasplante de hígado, solo le estaba funcionando el veinte por ciento del órgano. Ahí nomás y sin dudarlo le comente que tenía algo para decirle y que cuando llegara a casa le grabaría un audio para que se lo reenviara a este señor. Se lo pedí como un favor porque él tenía su número telefónico, me dijo que sí.
Cerro es un buen tipo, bonachón y reservado, amable, y aún sin reconocerlo me sentí comprometido con la situación cuando sus ojos y su figura hablaron a gritos. Por la tarde de regreso a casa me prepare para grabar el audio prometido, no muy largo, de un minuto aproximadamente con lo esencial a transmitir. Con voz pausada y un tono emocional amigable comencé:
“Hay una planta que crece a la orilla de las rutas y de los caminos, aquí muy cerca la encontramos en algunos terrenos baldíos, es el Cardo mariano. Gracias al estudio de algunos pájaros semilleros que se detienen en sus flores a comer las semillas descubrieron propiedades únicas y extraordinarias de este maravilloso ejemplar de perfil muy bajo.
Investigando encuentran en sus semillas la Silimarina, un flavonoide con un gran poder regenerador de las células hepáticas nunca visto anteriormente. En poco tiempo con dos tomas diarias se puede duplicar la capacidad de trabajo del hígado y seguir esperando ese trasplante con otra metabolización y asimilación de nutrientes. La he sugerido para cirrosis, hepatitis e hígados grasos y en todos los casos funcionó. Y en todos los casos también se recomendó la consulta a un profesional de confianza”.
Hasta aquí la grabación, al día siguiente mi compañero me cuenta que el mensaje llegó a destino y que un amigo personal de Cerro titular y profesional de una farmacia homeopática le prepararía las sesenta capsulas de Silimarina. Se le abrió el futuro, ya algo había cambiado en él y en su entorno. El hombre agradecía, conmovedor.
Hubo cortos encuentros en este tiempo y hace tan solo unos pocos días lo volví a ver y a simple vista nadie podría decir que tuviera un problema hepático. Ya tenía otro color, otra actitud, estaba distinto y alegre, había recuperado peso y en sus pupilas pequeñas chispas dieron vida a su mirada. Sigue esperando el trasplante manteniendo el tratamiento y además continúa con la Silimarina en el almuerzo y en la cena. Ajustando el estilo de vida y la alimentación favorecerá una pronta recuperación, le sugerí que destierre las harinas, los azucares y el alcohol para empezar.
El objetivo de este escrito es transmitirles todo lo bueno que tiene este ejemplar del reino vegetal, lleva en la Tierra unos cuantos millones de años más que nuestros cuarenta mil de existencia. Y para motivarme salí hoy temprano del lugar en donde vivo he hice una pequeña incursión en el campo vecino. Es un inmenso triangulo, un paño verde de unas cuatrocientas hectáreas. Recorrí los caminos serpenteados que orillan el arroyo “La tapera” y el horizonte se vistió de cardos, esto era lo que estaba buscando.
Me topé con un enjambre de cardos que formaban un cerco, un festival. Me arrime sin pincharme, no quise llevar guantes, y comencé a tomar fotografías, cantidad. Pensar que para muchos es maleza o yuyos y para otros son seres extraordinarios, especímenes milenarios con atributos y propiedades casi mágicas que además pinchan.
Para qué sirve el cardo mariano: intoxicaciones y empachos, tratamiento para la hepatitis, cirrosis y otros daños en el hígado como por ejemplo los generados por la quimioterapia. Reduce síntomas de alergias estacionales, reduce los niveles de azúcar en sangre y del colesterol. Debido a sus propiedades antiinflamatorias y diuréticas también es muy beneficioso para el tratamiento de vías urinarias inflamadas, es un acierto tomarlo ante los síntomas de cistitis o prostatitis.
Esta es una planta capaz de hacer más llevaderos los síntomas de la menopausia. Hablamos de los sofocos, de las migrañas intensas, sudores nocturnos, etc. También para desorden o dolores de la menstruación, así como el malestar general. Trata los problemas de circulación sanguínea, ayuda contra el adormecimiento de extremidades e incluso puede utilizarse para tratar varices y hemorroides, ya que cuenta con propiedades estimulantes ideales para estos trastornos. Tiene la capacidad de estimular la circulación venosa, y de forma tópica es perfecto para tratar quemaduras, heridas y llagas algo que debemos agradecer a sus propiedades astringentes.
El nombre botánico del cardo mariano es Silybum marianum. También se conoce como cardo santo, alcachofa silvestre, mariendistel (en alemán) y chardon-marie (en francés) entre muchas más denominaciones. En Alemania la planta se representa a menudo como un símbolo religioso asociado a la Virgen María, el nombre de la especie es “marianum”.
Es oriundo de la región mediterránea y aunque es originaria de Europa también se puede encontrar en el sur de Rusia, Asia Menor y el norte de África. Crece en el norte y sur de América y en el sur de Australia. Los tallos espinosos se ramifican en la parte superior y alcanzan alturas que van desde un metro a tres metros y medio. Sus hojas son anchas con manchas o venas blancas que tradicionalmente se han utilizado en ensaladas, al fruto de la flor se lo tostaba para usarlo como sustituto del café.
El cardo mariano se ha utilizado hace unos dos mil años como un remedio herbal para una variedad de dolencias. Los antiguos griegos y romanos lo usaban para las enfermedades hepáticas y las mordeduras de serpientes. Durante la edad media se recomendaba para tratar las toxinas hepáticas. Plinio el Viejo (23-79 d. C.), médico y naturalista romano del siglo I, escribió sobre su uso y lo consideró una planta excelente para condiciones relacionadas con el hígado.
En un manuscrito medieval alemán publicado en 1533, “The Physica of Hildegarde of Bingense” discutieron los beneficios del cardo mariano. Este fue el primer original herbal escrito en 1150 por Hildegard Bingen, una compositora de música, escritora, teóloga. Ella llamo a la planta “vehedistel”, o cardo de Venus, y documentó los usos de las raíces, hojas y de la planta entera.
En el siglo XVII, el médico y herborista Nicolás Culpeper afirmó que podría ayudar a curar ictericia, y en la década de 1800, las personas la usaban para dolencias en las menstruaciones irregulares, venas varicosas, problemas renales y hepáticos. A pesar de la larga historia del uso del Silybum marianum, no fue hasta 1968 que los investigadores extrajeron la silimarina de las semillas, sugiriendo que podría ser el ingrediente activo de la planta. Posteriormente se descubrió que esta era una mezcla de flavonolignanos. Varios estudios científicos apuntan que el flavonoide llamado silimarina tiene propiedades antioxidantes y antiinflamatorias y otros estudios presentan resultados mixtos.
Es muy conocido que la curación con plantas medicinales es tan antigua como la humanidad misma. La conexión entre el ser humano y la búsqueda de substancias en la naturaleza data de un pasado del cual existe una amplia evidencia procedente de infinidad de fuentes. Las propiedades terapéuticas de ciertas plantas fueron identificadas, pasadas por sucesivas generaciones y con el tiempo se fueron actualizando y descubriendo hasta nuestros días.
Me parece que hasta aquí está bien, dimos testimonios de uso, dimos referencias históricas y científicas. También informamos que los extractos herbales pueden interactuar con algunos medicamentos, por lo tanto es recomendable consultar con un profesional de la salud.
Nota: a la fecha, 23 de enero de 2023, Cerro recuperó el setenta por ciento de su capacidad hepática.
Horacio Mesón
horaciomeson@yahoo.com.ar





