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Un camino a lo profundo

Actualizado: 23 feb 2023


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Mi jardín es pequeño pero con poco se puede hacer magia, la casa cálida, cómoda y sencilla. Terminaba el verano y nuestro nieto Lorenzo había cumplido tres años, muy vivaz, chispeante, despierto y emotivo, con un carácter interesante cuando se planta.

Me pareció que era el momento lo lleve conmigo al jardín y de manera ordenada le fui presentando algunas aromáticas. Primero las rastreras y luego las arbustivas. Suavemente fuimos acariciándolas. Pasamos de la Peperina a la Hierba buena, luego las Muña muña que colectamos la última primavera en el campo. La Manzanilla fue la que le cayó más simpática.

Llegamos a la Citronela, el primer arbusto, ahí hubo rechazo. El Poleo más o menos, la Melisa le gustó, pero cuando llegamos al Romero se le tiró encima. Le explotó en todo su rostro una sonrisa sin risa y lo abrazó. Justo estaba florecido y acariciaba sus partes altas arrastrando hacia sí el aroma, creo que me imitaba.

Pasaron seis meses y recuerda los nombres de todas, para él ya tienen entidad. Pero con el Romero la química, la afinidad, la compatibilidad es muy grande. Se estableció un vínculo entre ellos como si se conocieran de tiempo atrás. Ese vínculo también crece entre nosotros los tres, tiene la profundidad de mi memoria emotiva y ancestral.

Las plantas, a las que llegué de niño jugando, por devoción a mis abuelos y luego por necesidad, me mostraron en profundidad un camino que ya había iniciado. Creo que cualquier “Oficio y Disciplina” encarada con la fuerza Interna, o sea con todo y sin guardarse nada nos deja en el umbral de lo deseado. Entiendo, que uno a lo largo del camino haya pasado aún sin método por ciertos “lugares” y registros. Por eso se requiere de un esquema de formas que a uno le permita precipitar…

Hay preguntas claves, trazadoras y direccionadoras que ayudan a enfocar y a concentrarse, arriman a la bondad.

¿Al servicio de qué están mis vocaciones? ¿Al servicio de qué están estas capacidades? ¿Por qué me sale hacer lo que hago sin necesidad de pensarlo? ¿Cuál es el motivo? ¿Este es mi propósito? ¿Tengo un plan? ¿Si lo tengo cómo lo perfecciono? ¿Quiero llegar más lejos? ¿Hasta dónde estoy dispuesto a dar? ¿Qué es la Acción Válida? ¿Cuál es mi mayor deseo o aspiración?

Se juntan los sueños antiguos con el presente y con el futuro. Actúan los tres tiempos en dinámica permanente. A veces uno cree que vienen cosas del pasado pero llegan de adelante, de lo que será. El registro está aquí y ahora. El propósito fue diseñándose y profundizándose en los sueños cuando niños y hoy detona alimentándose del futuro, de lo que se intuye y de la inspiración.



Horacio Mesón

horaciomeson@yahoo.com.ar

 
 
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